53. Aunque ambos no pueden coexistir

En la tradición Zen utilizamos una metáfora, la del agua clara. Imagina un recipiente lleno de agua fangosa, donde el cieno ensucia su transparencia. El acto de dejar reposar este cieno nos conduce a experimentar la pureza y claridad del agua.

Pero, ¿qué sucede cuando el agua queda completamente limpia? Al eliminar todo rastro de impureza, ya no hay nada con que compararla. No podemos decir «el agua está más limpia que la de ayer» si ya no hay cieno. La claridad del agua se vuelve absoluta, perfecta en su sencillez.

52. Cuando el movimiento cesa, surge la inmovilidad

En la tradición Zen utilizamos una metáfora, la del agua clara. Imagina un recipiente lleno de agua fangosa, donde el cieno ensucia su transparencia. El acto de dejar reposar este cieno nos conduce a experimentar la pureza y claridad del agua.

Pero, ¿qué sucede cuando el agua queda completamente limpia? Al eliminar todo rastro de impureza, ya no hay nada con que compararla. No podemos decir «el agua está más limpia que la de ayer» si ya no hay cieno. La claridad del agua se vuelve absoluta, perfecta en su sencillez.

51. Cuando se olvida la causalidad

En la tradición Zen utilizamos una metáfora, la del agua clara. Imagina un recipiente lleno de agua fangosa, donde el cieno ensucia su transparencia. El acto de dejar reposar este cieno nos conduce a experimentar la pureza y claridad del agua.

Pero, ¿qué sucede cuando el agua queda completamente limpia? Al eliminar todo rastro de impureza, ya no hay nada con que compararla. No podemos decir «el agua está más limpia que la de ayer» si ya no hay cieno. La claridad del agua se vuelve absoluta, perfecta en su sencillez.

50. Cuando cada existencia es observada con ecuanimidad.

La percepción que tenemos de la realidad a través de nuestros sentidos es ilusoria, la doctrina buddhista de anatta (no-yo) postula que no existe un yo permanente e independiente que experimente el mundo, sino que lo que consideramos como «yo» es en realidad una combinación de cinco agregados: forma, sensaciones, percepciones, formaciones mentales y conciencia. Estos agregados están en constante cambio y carecen de una esencia permanente

49. La naturaleza profunda de esta unidad.

En el universo todo está interconectado. En la tradición buddhista enseñamos que todo está intrínsecamente interrelacionado, que cada fenómeno y cada ser están conectados en una red cósmica de unidad. Al realizar esta unidad, no solo intelectualmente, sino también intuitivamente, comenzamos a vislumbrar la verdadera naturaleza de la realidad.

48. Cuando la mente no discrimina.

En la Vía del zen, las enseñanzas a menudo se transmiten a través de historias que desafían nuestra percepción convencional de la realidad y nos invitan a reflexionar. Una de estas historias es la del Maestro Chao-chou y su célebre respuesta «Mu».

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